El tiempo fue largo, los nombres pasaban y la desesperanza entraba como un torrente de tristeza en mi, pero solo me basto voltear, poder verlos juntos -una vez más-, verlos sonreirme y darme la tranquildad, la paciencia, la calma. Fue ahí, en ese instante donde todo sucedió, bastó un nombre y la avalancha llegó, se aproximaron a mi como si no hubiera otro día para verme, las lágrimas estaban en mis ojos, no tenía mas que decir, por ellos había entrado y por ellos había logrado ganar.
A pesar de la inmensa alegría que inundaba mi corazon, no tenía el orgullo de pararme junto a ellos al frente, demostrarles a todos lo que valíamos, dar premio a las ensordecedoras ganas de triunfar que tenían.
No tengo más que decirles a ustedes mis hermanos, cada uno, cada historia que me enseño a vivir, a surgir, a ser quien he llegado a ser en cierto punto...¡GRACIAS!
Por las peleas, las risas, las amanecidas, los sanguchones y cada paso que juntos caminamos.
Ustedes son los ganadores, nadie más que ustedes. Porqué los respeto como a nadie, NADIE. Sé lo que valen, una medalla nunca acaparará todo su esfuerzo, y asi les devolvieran todo el tiempo, ustedes saben que no lo valdría.
Porqué existen huellas que marcan una vida.
HIPNOS por siempre.

Un abrazo,
Renzo